Estamos tan acostumbrados a estar para los demás que nos olvidamos de estar para nosotros mismos.
Creemos que priorizarnos es un acto egoísta y no somos conscientes de que no hacerlo produce un desgaste emocional del que luego es difícil recuperarse.
Y lo peor llega cuando, por fin, tratas de expresar cómo te sientes con personas que no pueden entenderte, ya sea porque no están tratando verdaderamente de escucharte o simplemente porque, para ellos, es como si hablaras otro idioma.
Es entonces cuando surgen comentarios a modo de respuesta a tu "problema" que no solo no aportan nada positivo, sino que ocasionan, muchas veces, que te sientas peor y te acabes diciendo a ti misma/o "yo, para qué habré dicho nada"
Esto hace que sigas en tu posición de ocuparte de todo menos de ti, creyendo que es lo único que puedes hacer.
Y si bien la solución no es fácil, es bastante sencilla.
Por un lado, cuenta con alguna persona con quien puedas hablar abiertamente de lo que te inquieta sin que te mire como si fueras un perro verde. Alguien que sepa empatizar y con quién conectes de verdad. Alguien que hable tu mismo lenguaje.
Cuesta encontrarlas, pero las hay. Doy fe.
Y por otro lado, di que no prácticamente a todo o, al menos, a lo que no sea de relevante importancia.
Descubrirás que realmente no era necesaria tu ayuda y que las otras personas resolvieron las situaciones sin que tú estuvieras ahí.
Y esto ocurre muchísimas más veces de las que te imaginas.
Porque estar en todo y para todos es sinónimo de tu propio abandono, lo que limita enormemente tu crecimiento personal 😉✨
Gracias por leerme.
Añadir comentario
Comentarios